Último capítulo del Megxit y sus inefables consecuencias: el príncipe Harry y Meghan Markle acaban de informar a la reina Isabel de su firme decisión de no regresar a la Familia Real británica. Así lo ha confirmado el palacio de Buckingham en un comunicado:
"El duque y la duquesa de Sussex han confirmado a Su Majestad la Reina que no regresarán como miembros activos de la Familia Real. Después de las conversaciones con el duque, la Reina les ha escrito confirmando que al dar un paso atrás del trabajo dentro de la Familia Real no es posible continuar con las responsabilidades y deberes que acarrea una vida de servicio público. Por consiguiente, los títulos militares honorarios y los patronazgos reales mantenidos por el duque y la duquesa tendrán que ser devueltos a Su Majestad, antes de que sean redistribuidos entre los miembros activos de la Familia Real. Si bien todos están apenados por su decisión, el duque y la duquesa continúan siendo unos miembros muy queridos de la familia".
Unas últimas palabras de tono más emotivo y personal que indican el mazazo que ha sufrido la reina Isabel, justo en unos momentos delicados cuando su esposo, el duque de Edimburgo, se encuentra ingresado en un hospital. En contraste, la respuesta de Harry y Meghan no se ha hecho esperar. Solo tres minutos después del comunicado oficial de Buckingham, la pareja contraatacaba con su propio mensaje, y no precisamente conciliador, asegurando que ellos "continúan comprometidos con su deber y servicio a Reino Unido y alrededor del mundo", añadiendo que "todos podemos vivir una vida de servicio. El servicio es universal".
La decisión llega al término del 'periodo de prueba' de un año cuando se firmaron los términos del proceso de salida de Harry y Meghan de la primera línea de la realeza. Ahora que se estaban revisando los mismos, los duques de Sussex no han tenido dudas sobre sus pasos futuros: No desean trabajar más para los Windsor y quieren continuar con su vida independiente, económica y personalmente. En su caso, bien lejos, con un océano de por medio, en su residencia californiana de Santa Barbara.
Aunque el príncipe Harry se había mostrado reacio a desprenderse de sus títulos militares (él perteneció al Ejército durante una década), la tajante decisión de su abuela de retirárselos puede sembrar aún más discordia en palacio.
Pese a su salida definitiva, los duques están bien cubiertos. Han creado su propia fundación benéfica, Archewell, y también han firmado un acuerdo con la plataforma Netflix para crear contenidos audiovisuales, por unos 100 millones de libras, según algunas fuentes. Y el próximo 7 de marzo se emitirá una entrevista del matrimonio con la estrella mediática Oprah Winfrey, de carácter íntimo, en la que se supone que abrirán su corazón. Ahora más que nunca esperamos sus respuestas.
Hace apenas unos días, la pareja anunciaba que está esperando su segundo hijo. Lo hacían con una bucólica fotografía en blanco y negro, tomada en el jardín de su casa, mientras ambos se miraban sonrientes tumbados en la hierba. Será un hermanito para Archie Harrison, quien el próximo 6 de mayo cumplirá dos añitos.
Un tiempo en el que el niño ha crecido lejos de su familia paterna, sobre todo de sus bisabuelos, la reina Isabel y el duque de Edimburgo, quienes van camino de los 100 años y sienten cómo el pequeño ni les conoce. Y también de sus tíos, el príncipe Guillermo y Kate Middleton, además de sus tres primos. Los antaño inseparables hermanos, la viva imagen de bondad de su madre, Diana de Gales, ahora mantienen una relación tensa y distante. Con esta última decisión, Harry y Meghan siguen reabriendo heridas y, mucho nos tememos, la situación no se relajará.