La reina Isabel II de Inglaterra falleció el pasado 8 de septiembre en el castillo de Balmoral (Escocia). Después de un comunicado previo que alertaba sobre su delicado estado, la soberana dio su último suspiro en la tarde de ese día, rodeada de una parte de su familia, con el ahora rey Carlos III y su hermana, la princesa Ana. Así se decía adiós a toda una era con ella como auténtico estandarte durante 70 años de reinado. Hoy, por fin, se ha conocido exactamente el motivo de su muerte.
El certificado oficial de fallecimiento se ha hecho público hoy mismo y aclara varias cuestiones fundamentales. ¿De qué y a qué hora la monarca abandonó este mundo? Pues estas son las respuestas a todas esas incógnitas. El documento fue registrado en la localidad de Aberdeenshire el pasado 16 de septiembre (tres días antes de su funeral) y en él se revela que la soberana, de 96 años, murió a causa de su "edad avanzada".
La hora de su muerte fue a las 15:10 horas del 8 de septiembre, más de tres horas antes de que la noticia se comunicara al público. El palacio de Buckingham informó del óbito pasadas las 18:30 de la tarde (hora local) con un sobrio mensaje: "La reina ha muerto en paz esta tarde en Balmoral".
La princesa Ana, única hija de la reina Isabel, fue la encargada de informar de la muerte de su madre, tal y como ha quedado registrado en la documentación oficial.
Lo de "avanzada edad" es lo que suele ponerse en los certificados de defunción cuando la persona supera los 80 años de edad y su salud se ha visto deteriorada a lo largo del tiempo, según la supervisión de un médico.
Los tributos en honor de la reina Isabel II, tanto en Reino Unido como en el resto del mundo, han convertido su despedida en uno de los eventos históricos más grandes que se hayan conocido. Su solemne funeral, celebrado once días después, el pasado 19 de septiembre, congregó a representantes de casi todas las monarquías y Jefes de Estado del planeta, en una ceremonia que tuvo lugar en la abadía de Westminster, en Londres.
Posteriormente, su féretro fue trasladado hasta el castillo de Windsor, la que ella misma estableció como su última residencia oficial, para ser enterrada en su cripta real junto a sus padres, Jorge VI y la Reina Madre, y su amado esposo, el duque de Edimburgo. Unos días después se facilitaba la primera foto oficial que da testimonio de su sepultura para la eternidad.