Aunque el joyero familiar se abre cada vez que tiene lugar un acto importante en las diferentes casas reales de Europa, hay princesas y reinas que decidieron renunciar a esta tradición real y optaron por no llevar tiaras ni joyas reales el día de su boda. De Grace Kelly a Rania de Jordania, pasando por Carolina de Mónaco: sigue leyendo y descubre cuáles han sido las princesas y reinas sin corona el día de su boda.
Grace Kelly, una boda de cuento
En 1956, Grace Kelly protagonizó una de las bodas más populares de la época por su trayectoria en el cine y por su romance con Rainiero III, el heredero de la familia Grimaldi. Para un día tan importante, Kelly le confió la confección de su vestido a la diseñadora de vestuario de la Metro Goldwyn Mayer, Helen Rose, quien diseño un espectacular vestido de novia de corte princesa, con perlas repartidas por toda la tela, falda de tafetán con cancán, cuello y mangas de encaje de Bruselas con punto de rosa y un velo de tul de 90 metros de largo.
Grace Kelly fue toda una princesa el día de su boda, sin llevar tiara ni corona, ni joyas reales. La actriz prefirió lucir un tocado, que hoy en día es una pieza histórica de la Familia Real, compuesto de encaje y adornado con perlas y flores de azahar, a juego con los bordados que llevaba su vestido. De esta manera, Grace Kelly rompió con la tradición de llevar la tiara de los antepasados de la familia Grimaldi siendo fiel a su propio estilo.
Rania de Jordania, la reina más joven sin corona
A sus 53 años, Rania de Jordania es hoy en día una de las reinas consortes con más peso internacional. Conocida como la reina más joven del mundo cuando se dio el 'sí, quiero' con Abdalá II, el rey de Jordania, se ha convertido desde entonces en una de las mayores embajadoras de las mujeres del mundo árabe. En 1993, fue cuando se subió al altar con Abdalá, luciendo un vestido de novia realizado a medida por el diseñador británico Bruce Oldfield, de corte princesa con cancán, con efecto chaquetilla en el cuerpo, repleto de bordados dorados de diferentes formas y un cinturón a juego cosido con la misma tela del vestido. En el pelo no se puso ninguna joya real ni histórica de la familia del rey de Jordania, únicamente un tocado con los mismos bordados en oro, colocado alrededor del recogido alto que llevaba en el pelo junto al largo velo de tul.
Charlene de Mónaco y los 40.000 cristales de Swarovski
La que fuera nadadora olímpica se dio el 'sí, quiero' con Alberto II de Mónaco el 1 de julio de 2011 en una multitudinaria boda a todo lujo. Primero contrajeron matrimonio en una ceremonia civil íntima y después, celebraron su unión por el rito religioso por todo lo alto. Para este día tan especial, Charlene decidió pasear por la alfombra roja del Palacio Grimaldi con un vestido nupcial diseñado a medida por Giorgio Armani. Una pieza única en blanco roto con tintes marfil entallado al cuerpo, con silueta columna, escote bardot y falda recta confeccionada en seda duquesa con más de 40.000 cristales bordados de Swarovski alrededor de todo el vestido. Charlene tampoco quiso ninguna joya perteneciente a la familia Grimaldi y sustituyó la tiara por un broche floral de cristales de Swarovski, lágrimas de diamantes y piedras preciosas que colocó a un lado del recogido de su pelo acompañado de un gran velo de tul.
Lady Kitty Spencer, una novia moderna
Cuando Lady Kitty Spencer, la sobrina de Diana de Gales, anunció su compromiso con el magnate Michael Lewis, muchos pensaron que llevaría la tiara que lució su tía en su histórica boda con Carlos III. Pero el joyero familiar permaneció cerrado. En julio de 2021, Kitty se dio el 'sí, quiero' con un vestido de Dolce & Gabbana, firma de la que fue embajadora, diseñándole un vestido nupcial de encaje floral, con cuerpo bustier, hombreras, mangas largas, cuello cisne y corte de princesa, que se hizo muy popular en las redes sociales. No llevaba ni tiara ni broches en el pelo, sino que de su mismo recogido salía el gran velo bordado. A esta pieza se sumaron otros cinco vestidos más que lució en diferentes momentos de la celebración de su boda.
Carolina de Mónaco, la boda más recordada
No podemos olvidarnos de la sensación que causó el vestido de novia de Carolina de Mónaco en su boda con Philippe Junot en los Jardines del Palacio de Montecarlo en 1978. Su boda ha sido una de las más recordadas de todos los tiempos en la familia Grimaldi, a la que asistieron más de 800 invitados y se congregaron a las puertas del palacio más de 5.000 personas que acompañaron a los novios en su gran día. Carolina llegó al alta con un diseño que huía de todos los elementos tradicionales de estilo de la realeza. La monarca lució una pieza de Marc Bohan para Dior, una creación romántica y bohemia llena de bordados, con cuello a la caja, mangas largas y talle a la cintura. Además, lo que más destacó de su vestido fue su tocado renunciando a llevar joyas de su familia, una pieza con flores laterales de la que salía el largo velo de tul.