La figura de Farah Diba posiblemente sea una de las que más fascinación e intriga hayan despertado desde la mitad del siglo XX. Una reina de un país extinto (la antigua Persia, hoy día Irán) que vive en el exilio manteniendo su día a día de emperatriz de un imperio desparecido, que ha vagado por paises hasta encontrar uno que le permitiera residir sin suponer un conflicto internacional y convivir con la angustia de saberse perseguida por un régimen que no tiene problema en intervenir en el extranjero para exterminar a los que considera sus enemigos. Todo esto hace de Farah Diba una de las mujeres vivas más interesantes testigo de la historia del siglo pasado en primera persona.

Ahora su vida se llevará al cine en una película y un documental que han comenzado su fase de preproducción. Farah Diba, una mujer con luces y sombras, es una de las últimas supervivientes del pasado de esplendor que vivió en Persia junto al Sah, con el que tuvo cuatro hijos de los que hoy en día viven solo dos. Repasamos su vida en SEMANA.

Tercera mujer del Sah de Persia, la redención de la maldición

Farah nació en Teherán en 1938, hija única de un matrimonio bien posicionado, estudió en instituciones europeas, el liceo francés, el colegio italiano y cuando tuvo edad de cursar estudios superiores se trasladó a París donde comenzó la carrera de arquitectura. Fue estando en parís, en 1959, con 21 años, que conoció al Sah en una reunión organizada en la embajada persa. De aquella reunión concertada por los encargados de buscar una mujer apropiada para el sah después de sus dos anteriores y fallidos matrimonios, salió un compromiso: se casarían el 21 de diciembre de 1959. Aun así, Farah siempre ha mantenido que lo suyo con Reza Pahlaví, el Sah, fue un flechazo mutuo.

Boda del Sah y Farah el 21 de diciembre de 1959 en Teherán

Boda del Sah y Farah el 21 de diciembre de 1959 en Teherán

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Diez meses después de darse el si quiero, en octubre de 1960, Farah dio a luz a Reza Ciro, un heredero varón por fin. Este hecho fue la tranquilidad del Sah, que veía continuidad en su dinastía, y también para sus partidarios que por fin veían en la reina una mujer comprometida con la causa de la familia Pahlaví. Machismo puro y duro. El matrimonio tuvo tres hijos más: Yasmin, Ali Reza y Leila. Durante aquellos años la reina, que fue coronada por su marido como emperatriz de Persia, tuvo agenda propia y se preocupó por apoyar causas de todo tipo: ayuda a la infancia, apoyo a la mujer en la universidad, creación de museos con los que acercar el arte occidental al pueblo persa, etc. Pero a la vez que desde occidente el matrimonio era percibido como aperturista, la represión del régimen de Pahlaví en el país y el elevado tren de vida de la familia real les hacía granjearse cada vez más enemigos.

El exilio y la promesa fallida de la libertad de Irán

En los últimos años de la antigua Persia en el país se iba creando un peligroso caldo de cultivo, una juventud deseosa de libertad que quería que su país fuera una república laica en la que ganar en derechos y por otro lado, republicanos que deseaban también la caída del Sah pero para instaurar una republica islámica encabezada por el Ayatolá Jomeini desde el exilio. Finalmente, todo saltó por los aires en enero del 1979 con la vuelta al país de Jomeini que culminó con el exilio de la familia real al completo que salieron del país el 16 de enero de ese mismo año. A partir de ese momento el Sah y la Sahbannou (emperatriz en persa) vagaron por distintos países por lo que fueron causando conflictos diplomáticos debido a la persecución y amenaza de la República Islámica de Irán a todo aquel dispuesto a acogerlos.

Finalmente, el matrimonio junto con sus hijos terminó recalando en el Cairo donde el 27 de julio de 1980 el Sah, Muhammad Reza Pahlaví, falleció víctima de un cáncer. La reina y sus hijos vivieron en Egipto un par de años más hasta terminar huyendo con la caída del presidente Sadat. Desde ese momento Farah ha residido a caballo entre París y Connecticut, donde residen sus hijos. En la actualidad Farah continúa realizando las mismas tareas que un día desempeñó como reina de su país, pero esta vez desde el exilio del despacho de su casa. Además, mantiene distintos mecenazgos a través de la fundación que lleva su nombre. En el exilio vivió el suicidio de dos de sus hijos, su hija menor Leila se quitó la vida en el año 2001 con una ingesta de barbitúricos y el mediano, Ali Reza, hizo lo propio con una pistola en el año 2011. Según Farah nunca consiguieron superar el trauma del exilio.

Impasible ante los crímenes del régimen de su marido

En el año 2008 la cineasta iraní refugiada en Suecia, Nahid Persson, realizó la película documental ‘La reina y yo’ en la que se aproxima a la figura de Farah Diba de forma crítica pero también demostrando que puedes tener mucho en común hasta con quien está en tus antípodas. En el documental convergen las historias de Farah y de Nahid, esta última fue una de las jóvenes revolucionarias que viviendo en la miseria se levantó contra la familia real soñando con una república laica más justa para sus ciudadanos. Ahora, años después y tras perder a dos hermanos por la represión del actual régimen islámico, es capaz de ver las luces y las sombras del régimen del Sah, no así Farah que se niega en rotundo a hacer cualquier tipo de crítica a la represión que su marido ejerció con sus detractores a través de la temida Savak, la policía secreta del Sah.

Farah junto a sus desaparecidos hijos Leila (a su izquierda) y Ali Reza (a su derecha) en 1999

Farah junto a sus desaparecidos hijos Leila (a su izquierda) y Ali Reza (a su derecha) en 1999

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En este film la propia Farah llega a fantasear con volver algún día a Irán y cuenta que le ha explicado a sus nietos que si algún día llega a volver y es secuestrada y la ven por la tele siendo crítica con el pasado imperial de Irán es porque la han torturado para ello. A su favor hay que decir que mientras su marido perseguía a artistas y pensadores que no eran partidarios suyos, Farah actuaba como mediadora para su liberación. Ahora Farah de nuevo ha accedido a contar su historia en una película y un documental que cuenten la historia familiar en el exilio, habrá que ver si además de criticar el inhuman régimen islámico que asola al país desde hace décadas también hace autocrítica con los motivos que llevaron a su marido a tener que exiliarse del país.