Carlos de Inglaterra es un hombre lleno de sorpresas. A sus 73 años es el heredero más longevo de la historia (su madre, la reina Isabel, sigue al pie del cañón con 95 años), y además de sus funciones oficiales, el príncipe también hace gala de otras aficiones más que destacables.
Le encanta la lectura, el campo, cultivar su propio huerto, los caballos... ¡y la pintura! Pero no solo como amante del arte, sino también como practicante. Ahora hemos redescubierto una faceta de Carlos que nos ha dejado atónitos. Y es que es un consumado pintor de acuarelas.Podríamos decir que es algo más que una pasión. Al menos ha dado un paso más, pues ahora mismo sus obras se están exponiendo al público y con ello puede ser sometido al escrutinio del pueblo sobre sus dotes artísticas.
The Garrison Chapel, una institución cultural situada en el elegante barrio londinense de Belgravia, acoge una muestra con 79 de sus pinturas, que ha sido organizada con fines benéficos por la Fundación del Príncipe.Esta es la primera vez que se exponen al completo las acuarelas del heredero. Hay que recordar que en 1998 tuvo lugar otra muestra en Hampton Court con motivo del 50 cumpleaños de Carlos, pero entonces solo se sacaron medio centenar de piezas. Y en 2018 en la National Gallery de Australia hubo otra muestra con 30 obras para celebrar el 70 aniversario del príncipe.
Esta exposición refleja los intereses del heredero británico, centrándose fundamentalmente en sus viajes por el mundo. Hay secciones con acuarelas dedicadas a las montañas de Escocia o los paisajes africanos de Tanzania, los cuales son uno de sus favoritos para captar con su pincel. También hay espacio para su visión de la Provenza francesa.En definitiva, una ventana muy especial que se abre a la intimidad del príncipe Carlos y a su sensibilidad artística. La exposición podrá verse hasta el próximo 14 de febrero.
"REFRESCA PARTES DE MI ALMA QUE OTRAS ACTIVIDADES NO PUEDEN ALCANZAR"
El propio príncipe Carlos se ha mostrado muy feliz por ello y ha declarado con motivo de esta exposición: "Empecé a pintar porque encontré la fotografía menos satisfactoria. Experimenté una urgencia muy emocionante por expresar lo que veía a través de la acuarela y para transmitir esa sensación de textura casi 'interna' que es imposible de lograr con la fotografía"."Muy rápidamente descubrí lo difícil que es pintar bien con una técnica tan espontánea y el sentimiento de frustración por no ser capaz de llevar al papel la imagen que tu ojo te presenta delante con toda su intensidad".
"Mirando atrás a esos primeros dibujos que hice, me doy cuenta de lo malos que eran. Pero, sin embargo, lo genial sobre pintar es que estás haciendo tu propia interpretación individual de la visión que hayas escogido. Porque te obliga a sentarte y prestar una cuidada observación sobre el tema seleccionado".
"Como resultado, poco a poco te vas dando cuenta de cosas que antes quizás se te habían escapado a la atención, como la calidad de la luz y las sombras, el tono, la textura y la forma de los edificios en relación con el paisaje. Requiere de una intensa concentración y, consecuentemente, es uno de los más relajantes y terapéuticos ejercicios que conozco"."De hecho, en mi caso, me transporta hacia otra dimensión que, literalmente, refresca partes del alma que otras actividades no pueden alcanzar".
El príncipe Carlos de Inglaterra concluye: "¡No me hago la ilusión de que mis dibujos representen un gran arte o un floreciente talento! Representan más que nada mi particular forma de 'álbum de fotografías' y, como tal, significan mucho para mí".Aparte del valor sentimental, sus acuarelas también cotizan alto. Las reproducciones de sus obras se venden a una media de alrededor de19.500 euros y están disponibles en las tiendas de Highgrove, en el palacio de Buckingham y en varias galerías de Londres.