El aumento alarmante de los contagios por coronavirus tras la aparición en la escena de la variante Ómicron ha puesto en jaque las celebraciones navideñas. Cuando todos piensan en compartir tiempo y nuevos recuerdos con sus seres queridos, toca mantener las medidas de seguridad y protección para evitar contribuir con la propagación de la pandemia, algo que ya han entendido en Buckingham, que ya ha trastocado su agenda de cara a las fiestas de Navidad. La primera en sufrir las consecuencias de esta reformulación de sus planes ha sido la propia reina Isabel II de Inglaterra y es que ha decidido que no viajará a Sandrigham House, su residencia en Norfolk, en el norte de Londres, donde tradicionalmente pasa la Navidad junto a su familia y donde suele alargar su estancia hasta los primeros días de febrero.
La reina Isabel II de Inglaterra ha optado por dar ejemplo en estas Navidades y no realizar sus costumbres en estas fechas. Nada de desplazamientos, nada de viajes sin motivo de extrema urgencia, aunque esta ves sí que se reunirá con sus seres queridos. Aunque hay que extremar las precauciones, la Soberana ha entendido también que hay que continuar con la vida y hay que convivir con la pandemia, motivo por el cual extremará las medidas de protección, pero sí recibirá la visita de sus allegados en palacio para compartir buenos instantes en las fechas más señaladas de estas fiestas de Navidad. Permanecerá en el palacio de Windsor como ya hiciese el año pasado por el mismo motivo, pero esta vez sí abrirá las puertas a visitas, para no estar sola en tan señalados días y después de haberse quedado viuda al morir el duque de Edimburgo.
Una decisión de última hora de la reina Isabel II
Así lo han filtrado fuentes cercanas a palacio, que asegura que “se seguirán las pautas apropiadas” marcadas por el gobierno británico para minimizar el impacto del coronavirus en su territorio y entre sus ciudadanos. Esta misma fuente asegura que ha sido decisión “personal” de la misma reina Isabel II después de una “cuidadosa consideración” de los riesgos que se corren hoy en día y con intención de dar ejemplo a sus súbditos en tiempos de crisis. Una determinación que ya le llevó el pasado domingo a cancelar el habitual servicio religioso celebrado en el castillo de Windsor y cuya eliminación de la agenda estaba propiciado para asegurar el encuentro de la familia en Sandringham, como así lleva sucediendo desde 1988 y que, este año, por segunda vez consecutiva, no podrá celebrarse finalmente.
Y es que la decisión que se acaba de tomar en palacio de que la reina no realice viajes ha sido de última hora. Esto se desprende después de tener en cuenta que su viaje estaba previsto para este mismo miércoles y tan solo dos días antes se ha decidido no hacer las maletas. No iba a desplazarse sola y se esperaba que allí se reuniese con el príncipe Carlos y Camilla Parker Bowles, así como con los duques de Cambridge y sus tres hijos, el príncipe Andrés con sus hijas, Beatriz e Eugenia con sus respectivas familias, y también la familia del príncipe Eduardo y Sophie Wessex. Al final, todos en casa y podrán verse en el palacio de Windsor.
El año pasado, la reina Isabel II decidió blindarse y no viajar a la finca en la que durante más de 30 años ha celebrado la Navidad en familia. Optó por recluirse en palacio con su marido, pero ahora que él no está, no quiere quedarse sola en estas fechas, por lo que seguirá en Windsor, pero esta vez sí recibirá la visita de sus seres queridos. Serán sus primeras fiestas como viuda y estos días las ausencias pesan más que nunca y sus hijos y sus nietos no quieren dejarla sola.