Estos días se celebra en la capital gala el ‘Bal de Paris’. Algo así como un baile de debutantes para presentar en sociedad a las hijas de las clases más privilegiadas de todo el mundo en un evento con solera que da cita a los mejores diseños de alta costura. Esta arcaica reminiscencia se remonta a la sociedad británica victoriana en la que las familias de la aristocracia presentaban a sus hijas a la Reina Victoria vestidas de punta en blanco y vistiendo diademas y tiaras. En Reino Unido esta costumbre se terminó cuando la Princesa Margarita (la hermana de Isabel II) se negó a hacerlo.

En 1957 unos anglófilos exportaron esta tradición a Francia y el primero de estos eventos se realizó en el majestuoso Palacio de Versalles. Aquel intento de renacimiento de la cita anual entre debutantes no cuajó y años después dejó de celebrarse. En 1994, la socialité francesa Ophélie Renouard rescata esta tradición rebautizándola como “Le bal” y enfocándola más allá de una simple presentación social buscando apoyar alguna causa benéfica con la celebración del evento. Durante los últimos años la celebración de este exclusivo evento se ha visto envuelto en polémica porque entre los asistentes se encontrasen herederos de distintos dictadores. Este año una de las debutantes es la hija de un bisnieto de Franco.

El baile ya no tiene lugar en el Palacio de Versalles, ahora han cambiado la localización por otra más céntrica y con una de las vistas más bellas de la Torre Eiffel. Te contamos todo sobre el histórico edificio que acoge esta fiesta.

Vistas de la Torre Eiffel desde la terraza del Hotel Shangri-La

Vistas de la Torre Eiffel desde la terraza del Hotel Shangri-La.

Shangri-La Hotels and Resorts

Un palacio reconvertido en hotel

En el número 10 de la Avenue d'Iéna de París hay un histórico edificio que en otro tiempo fue un palacio y que hoy en día alberga en su interior uno de los hoteles más exclusivos del mundo. A día de hoy este imponente edificio está catalogado como Monumento Histórico de la República de Francia, pero cuando se edificó en 1896 estaba pensado para ser la residencia de un príncipe. En concreto, se construyó por deseo de Roland Bonaparte para ser su residencia y lo fue hasta su muerte en 1924. Roland fue sobrino nieto del Emperador Napoleón Bonaparte, su abuelo era hermano del Emperador.

Roland se casó con María Félix-Blanc, una aristócrata, que falleció al poco de dar a luz a la única hija del matrimonio: María Bonaparte. En este impresionante palacio parisino creció María junto a su padre, que nunca más volvió a casarse. La joven, fascinada por el psicoanálisis, se convirtió en un importante apoyo económico para Sigmund Freud y fue clave para que el neurólogo consiguiera escapar de la Alemania nazi. Años más tarde, María se casó con el Príncipe Jorge de Grecia, entroncando con la familia real helena. Tal fue su vínculo con Grecia, que a día de hoy sus restos y los de su marido reposan en el Palacio de Tatoi, donde también lo hacen los padres de la emérita Reina Sofía, Pablo y Federica.

María Bonaparte junto a su marido, Jorge de Grecia en 1907

María Bonaparte junto a su marido, Jorge de Grecia en 1907. 

Gtres

De mano en mano hasta 2010

El Palacio de Roland Bonaparte, a su fallecimiento, pasó a manos de su única hija y heredera, María. A partir de ese momento la propiedad comenzó a cambiar de dueños y a, poco a poco, caer en un triste declive para un histórico enclave como este. Ya en los años 2000 comenzaron a proyectarse posibles usos para el espacio, que necesitaba una renovación importante para poder conservar sus históricas hechuras. En diciembre del año 2010 sus nuevos dueños materializaron la nueva vida del espacio de la mano del arquitecto Richard Martinet: el Hotel Shangri-La Paris. Un lujoso sueño parisino con todas las comodidades para los bolsillos más abultados del mundo que cuenta con una situación privilegiada y una de las mejores vistas de la ciudad de las luces.

Una de las increíbles habitaciones del palacio

Una de las increíbles habitaciones del palacio

Shangri-La Hotels and Resorts

Este hotel, cuyo nombre significa en cantonés “que la paz sea contigo” cuenta con un centenar de habitaciones, de las cuales un total de 37 son suites con todo lujo de comodidades. Algunas de sus habitaciones más especiales cuentan con nombres propios de celebridades cuya historia se ha cruzado en algún momento con la del palacio que acoge el hotel. Dos de estas habitaciones especiales son la Suite Gustave Eiffel, nombrada así en honor del laureado arquitecto de la Torre Eiffel; y el Apartamento Príncipe Bonaparte; situada en la habitación favorita del dueño original del palacio, Roland Bonaparte.

La increíble propiedad también cuenta con el único restaurante chino con estrella Michelín, se trata del Shang Palace con una refinada e innovadora carta. También entre los muros del Palacio Bonaparte se encuentra uno de los mejores spas de París, un gimnasio, salones de té, comedores de ensueño y espacios decorados al detalle inspirados en la época de esplendor del palacio. Este mismo pasado se nota en las amenities disponibles para sus huéspedes, todas ellas firmadas por la casa Bvlgari. Los decoradores del hotel quisieron que el carácter del dueño original se conservara, Roland Bonaparte era un apasionado de la botánica y poseía el mayor herbario privado del mundo. Algunas de sus piezas pueden verse en las paredes de las habitaciones y espacios comunes.