El hombre que se ha convertido en la gran esperanza de la monarquía danesa, Federico de Dinamarca, no fue siempre el favorito de su pueblo y ni tan siquiera el de su madre, la reina Margarita, pero durante toda la década de los 90 sí se convirtió en el predilecto de la prensa sensacionalista.
Desde que cumplió la mayoría de edad hasta que, ya bien entrados los 30, esperó entre lágrimas a Mary Donaldson en el altar en mayo de 2004, la trayectoria vital y amorosa del príncipe heredero de la corona danesa dio mucho de qué hablar. Tanto que le bautizaron el “príncipe Playboy”.
Y es que a sus expediciones por Mongolia y Groenlandia, su paso por el ejército, sus actuaciones con grupos de rock haciendo versiones de Led Zeppelin y sus multas de tráfico por exceso de velocidad y conducir bajo los efectos del alcohol se le añadía dos aspectos clave: que era el miembro de la realeza más guapo de su tiempo y que el ritmo de sus noviazgos no cesaba nunca.
Fueron los años locos de vivir en París, Nueva York y Boston y alternar con modelos que posaban en lencería y besarse en público con cantantes de pop. Una época salvaje en la que el mayor de los hijos de la reina Margarita soportaba broncas maternas constantes ante la escasa idoneidad de sus romances y las escandalosas fotos que los paparazzis se acostumbraron a captar de él.
El extenso noviometro de Federico de Dinamarca
La vida del príncipe heredero Federico, desde que mantuvo su primer amor de juventud con Nina Klinker Jørgensen hasta que encontró la estabilidad junto a Mary Donaldson dio para mucho, de hecho, dio para tanto que la televisión danesa rodó la película "Los primeros años de Federico" en 2014 en honor a esa época de su vida.
Su primer amor pseudooficial le llegó a Federico en el instituto. Como no podía ser de otra forma en aquel momento se enamoró de una compañera de clase, Mie Egmont Petersen, que por azares del destino acabaría décadas después convertida en la esposa de un publicista íntimo amigo de su hermano menor, el príncipe Joaquín de Dinamarca.
La universidad la estrenó con otra novia, Nina Klinker Jørgensen. Ella era una prometedora estudiante de Derecho que dejó de ser prometedora en cuanto se desvió de la senda de las leyes para abrazar su verdadera vocación: la interpretación. Al final ella prefirió sustituir la posibilidad de ser reina por la de tener una carrera ante las cámaras junto a su esposo, el director Erik Stephensen.
La siguiente en la lista fue la que más alegrías le proporcionó a la prensa sensacionalista que había bautizado al príncipe heredero como “príncipe Turbo” por su afición a los vehículos rápidos, potentes y de alta gama. La dama en cuestión era Marie-Louise “Malou” Aamud, modelo e hija del financiero danés Asger Aamund.
Su unión parecía prometedora hasta que en la víspera de año Nuevo de 1993, a la una y media ambos se subieron al coche del príncipe, pero este estaba tan borracho que le cedió el volante a su novia, que no sólo estaba borracha sino que además no tenía carné de conducir. La policía los detuvo en pleno centro de Copenhague. La hazaña etílica-automovilística le costó a Malou y Federico un escándalo público, una multa de 4.000 coronas danesas y su relación. La Casa Real tuvo que disculparse públicamente en nombre del heredero por esta conducta inadmisible para los estándares de la sociedad danesa, la reina madre y la seguridad vial.
Después de aquel descalabro de su imagen pública llegaron dos amores que hicieron que a la reina Margarita le subiera aún más la presión arterial. La primera fue la modelo Katja Stockholm, bellísima, bien educada y capaz de ayudar al heredero a escribir un discurso coherente. Pero también una joven que había posado en ropa interior. algo inconcebible para una futura reina. Se dice que el príncipe le propuso matrimonio en secreto, pero la reina Margarita se opuso tajantemente y la relación murió.
No se sabe si por afán de revancha o de llamar aún más la atención de la prensa el siguiente fichaje amoroso del futuro monarca danés fue aún más llamativo que el anterior, la cantante danesa Maria Montell. La ruptura entre ellos fue dolorosa, la relación a juicio de Montell "aterradora" por la presión pero, al mismo tiempo, bonita. En su 50 cumpleaños la cantante recordó aquel amor definiendo al príncipe como "una de las mejores personas que he conocido en mi vida".
Para darle algo de lustre al pedigrí de sus noviazgos, y que su madre le dejara en paz, en 1998 Federico hizo una tentativa de relación con la princesa Xenia Margarita Anne Hohenlohe-Langenburg con la que se le vio en buena sintonía en la boda de la princesa Alexia de Grecia. Pero no cuajó y la noble fue sustituida, de nuevo, por una modelo, esta vez una joven llamada Bettina Odum que, por supuesto, fue sorprendida haciendo top less en la Costa Azul y eliminada en el acto de la lista de futuribles candidatas a reina. Ni un idilio sin su foto bochornosa.
Así las cosas no es extraño que cuando el príncipe Federico "ligó" con Mary Donaldson en un bar mientras se supone que estaba concentrado en los Juegos Olímpicos su nuevo objetivo amoroso recibiera el rechazo frontal de sus padres. La mujer que ahora va a ser reina de Dinamarca, durante tres años, fue considerada una más de las conquistas salvajes del príncipe Playboy.