Carlos III ha protagonizado varios titulares por sus malos modos. De hecho, en tan solo unos días de reinado han sido varias las ocasiones en la que ha sido pillado haciendo ciertos desprecios a su personal. Ya sea por mancharse con una pluma sus manos o porque las cosas no salieran como él esperaba. Esto ha provocado que salgan a la luz todas la manías y excentricidades del nuevo Rey, las cuales reflejan que es un hombre de costumbres y que posee una personalidad que no encaja con todo el mundo. Y es que, al parecer, el hijo de la Reina Isabel II necesita que todo gire a su alrededor de una determinada manera.

Carlos III
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Exige que el agua de la ducha esté a una temperatura determinada, el tapón de la bañera dispuesto de un modo concreto y la toalla colocada del mismo modo para que él pueda secarse de manera cómoda. Debe estar estirada sobre una silla para que Carlos III haga el mínimo esfuerzo. El baño debe estar lleno a 18 centímetros y a 20 grados, por lo que una doncella debe asegurarse cada mañana con un termómetro para que no exista ningún fallo en este sentido.Además pide que su mayordomo le deje lista la pasta de dientes en su cepillo y que mida 2,5 cm, aunque estos primeros detalles son una auténtica nimiedad. No puede irse a dormir sin que su pijama esté planchado, lo hace con las ventanas completamente abiertas, aunque haga un frío helador y jamás se ata los cordones, por lo que tienen que ser sus empleados los que se los aten, eso sí, previamente planchados.

Carlos III Camilla
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Para la comida no es menos. En su desayuno debe haber huevos cocidos que previamente han necesitado una cocción de 7 minutos exactos y dos ciruelas, aunque solo se come una. "La instrucción era colocar dos ciruelas y un poco de jugo en el tazón y enviárselo para el desayuno. Le mandaba dos ciruelas y él dejaba una para que volviera a mis manos y yo la regresara al frasco. Una mañana pensé en ponerle solo una. La envié al comedor, me mandó a llamar y me preguntó: ‘¿Tienes dos, por favor?’. Así que tuve que seguir enviándole dos cada mañana y me devolvía una", explicó el chef de la Casa Real Británica durante muchos años. Su comportamiento, según algunos mayordomos, demostrarían que no es alguien independiente. Prueba de ello que alguien que trabajaba mano a mano con Lady Di se confesara sobre ello: "En una ocasión me llamó desde su biblioteca y me dijo: 'Oh, Paul, una carta de la Reina parece haber caído en mi papelera, ¿la recogerías?' Tuve que agacharme en la papelera y sacar la carta y volver a ponerla en su escritorio". Tiene un gran apego por sus cosas y no duda en llevarse sus enseres más personales cuando viaja, entre otras, su cama, algunos adornos o el asiento del inodoro.