El estado de salud de Charlène de Mónaco ha tenido preocupados a los monegascos -y al mundo entero- desde hace meses. Se ha dicho mucho sobre la enfermedad que padece la mujer de Alberto de Mónaco. En estos momentos, la princesa está ingresada en Paracelsus Recovery, una clínica de lujo para pacientes con desórdenes emocionales conocida por ser «la clínica para adicciones y salud mental más individualizada y discreta del mundo», según ha adelantado 'BirdsDaily'.
Ante la gravedad del estado de Charlène, Michael Wittstock, de 75 años, el padre de Charlene de Mónaco, ha decidido romper su silencio y ha concedido una entrevista al medio sudafricano You. En ella relata cómo él y su mujer, Lynette Wittstock (74) están sufriendo por los problemas de su hija. Esta regresó de su país natal a Mónaco el pasado 8 de noviembre, tras seis meses en Sudáfrica debido a las complicaciones derivadas de una infección de garganta por un implante dental. Sin embargo, poco después tenía que ser ingresada debido a una recaída.
Wittstock ha contado que durante la estancia de su hija en Sudáfrica, tanto él como su mujer estuvieron muy pendientes de ella. Sin embargo, prefirieron no ir a visitarla, ya que tanto la madre como la hija se encontraban en los grupos de riesgo del coronavirus. "Tampoco quería infectarla porque tuvo varias intervenciones médicas, estaba muy vulnerable", ha admitido.
"Superará esto y saldrá mucho más fuerte"
El padre de la exnadadora ha destacado que su hija tiene el temperamento suficiente para sobrellevar su revés de salud. "Superará esto y saldrá mucho más fuerte", ha afirmado. "Mi hija solía nadar 20 kilómetros al día, conociendo su forma de entrenar sé que es dura".
Michael Wittstock también ha aclarado que mantiene una buena relación con su yerno, con quien mantiene comunicación constante: "Hemos hablado regularmente por teléfono y hablo con los mellizos. Tenemos una gran relación".
El pasado mes de noviembre, el Príncipe Alberto informaba en primera persona sobre la evolución de su mujer. Consciente de que el mundo entero tiene los ojos puestos en Charlène, lanzaba un mensaje para explicar el motivo de su ingreso en un centro especializado. «Puedo decir que estaba sufriendo una fatiga increíble. No podía dormir bien durante varios días, no estaba comiendo bien tampoco. Ha perdido mucho peso, lo que la hace más vulnerable a las enfermedades, como catarro, gripe o, Dios nos libre, COVID», decía.
Alberto: "Charlène estaba abrumada y no podía enfrentar los deberes oficiales, la vida en general"
Alberto aseguraba que a su regreso al Principado después de seis meses en Sudáfrica, Chàrlene de Mónaco estuvo «bastante bien en las primeras horas, y luego se hizo bastante evidente que no se encontraba bien». Por este motivo, desvelaba que su estado actual es el resultado «de varios factores que son asuntos privados». Además, el príncipe ha detallado que su mujer que «estaba claramente agotada, física y emocionalmente. Estaba abrumada y no podía enfrentar los deberes oficiales, la vida en general o incluso la vida familiar».
En sus declaraciones, Alberto II dejaba claro que la madre de sus hijos "no sufre ninguna enfermedad grave o incurable" y que lo que la ha llevado a estar ingresada "no es tampoco un problema de pareja. Nuestra pareja no está para nada en peligro, quiero ser claro sobre esto. Se trata de las consecuencias de todas las operaciones que ha sufrido en los últimos meses".
Según el medio francés 'BirdsDaily', Charlène se encuentra en Suiza recibiendo cuidados para regresar a casa cuanto antes. La clínica privada en la que descansa, ubicada en los Alpes Suizos, es un centro de lujo que destaca por su "privacidad absoluta" y el máximo respecto a los pacientes, pues solo atienden a un cliente a la vez. En ella se tratan trastornos emocionales y mentales como la depresión o la ansiedad, alimenticios, y adicciones, entre otros. Es, según señala, "la clínica para adicciones y salud mental más individualizada y discreta del mundo".
«Los clientes se alojan en uno de nuestros lujosos áticos frente al lago en Zúrich, Suiza. Con todo el equipo a su disposición: un chef personal, un mayordomo, una camarera y una limusina con chofer dedicados. No hay otros clientes. Todos los terapeutas y médicos acudirán a su residencia para cada sesión», detalla la página web del centro.
Entre sus exclusivos tratamientos se encuentran, por ejemplo, el Executive detox de 7 días, que cuesta 95.000 euros; el Programa de tratamiento residencial, que dura 4 semanas. Es el más completo del catálogo y tiene un coste de 305.000 euros al mes.