Los reyes Guillermo y Máxima de Holanda se encuentran de Visita de Estado en Noruega. Y como siempre en estos casos, los invitados son agasajados por todo lo alto por los anfitriones. Los reyes Harald y Sonia de Noruega han ofrecido un banquete de gala en honor de los soberanos, que ha tenido lugar en el Palacio Real de Oslo, y no podemos más que maravillarnos con el lujoso desfile de piezas preciosas que han gastado las damas. El protocolo manda y dice que en estas citas hay que brillar como nunca.
Estaban todas: la reina Sonia, su nuera, la princesa heredera Mette-Marit, y su hija, la princesa Marta Luisa. Esta última, por cierto, de regreso a las grandes citas de la realeza tras mucho tiempo alejada del primer plano. Todas para dar la bienvenida a Máxima de Holanda, una de las reinas europeas con más carisma. De tiros largos y con la artillería pesada de las grandes joyas de ambas Casa Reales, el duelo estaba servido.
Máxima de Holanda eligió los zafiros de entre el espectacular joyero de la Casa de Orange. Una tiara de platino y brillantes con un incalculable valor histórico. Data de finales del siglo XIX y la realizó la joyería Mellerio utilizando 31 zafiros cachemira y 655 diamantes procedentes de Sudáfrica. Desde entonces ha pasado de reina en reina de los Países Bajos.
La reina Máxima la lució en la Coronación de su esposo, el rey Guillermo, el 30 de abril de 2013, junto a aquel inolvidable modelo azul pavo real con capa. Se la considera una de sus coronas más importantes.
Máxima completó este look con el resto del conjunto: pendientes largos, broche en la banda oficial y pulseras de brillantes y zafiros, erigiéndose como la 'triunfadora' de una gala muy especial. Su vestido azul degradado con capa transparente lo firmaba Jan Taminiau, y era repetido. El resto de las demás señoras también llevaban modelos ya vistos.
Y eso que la reina Sonia se lo puso difícil tocándose con una impresionante tiara de esmeraldas, junto al collar, los pendientes y el broche con estas bellas piedras verdes que la acompañan. Es un juego realizado por la casa Bapts en 1804, y uno de los preferidos de la soberana, quien suele ponérselo en las grandes ocasiones.
Mette-Marit de Noruega escogió una tiara más 'sencilla', tanto en tamaño como en piedras preciosas: una pieza montada solo con diamantes, formada por círculos que enmarcan flores. En este caso se trata de una pieza con gran valor sentimental para la princesa, pues se la regalaron sus suegros con motivo de su boda con Haakon de Noruega. Esta la creó la joyería inglesa Garrard, la favorita de la reina Isabel de Inglaterra, en 1910.
De pendientes optó por unos de brillantes con colgante de perla de pera.
Por último, la princesa Marta Luisa, quien escogió una original tiara con piedras de amatistas de color morado, a juego con un collar de su joyero personal, de topacios, del que colgaba un enorme corazón. Esta tiara es un diseño mucho más moderno que el resto, de 1990, y fue un regalo del rey Harald a su esposa.