Los Grimaldi siguen ejerciendo como una familia unida y fuerte en el Principado. Y aunque la princesa Charlène pertenece a la misma como consorte del monarca Alberto II, lo cierto es que parece un ente aparte. Esto hace que siempre sobrevuelen a su alrededor las noticias de crisis matrimonial...
En el último mes, Charlène ha estado prácticamente desaparecida de la agenda pública y cuando ha salido sus gestos tampoco han sido muy halagüeños, llamando la atención su seriedad y frialdad con su marido. En los últimos compromisos hemos visto al soberano muy bien acompañado, pero no por su esposa como cabría esperar, sino por sus familiares más cercanos, sus dos hermanas y sobrinos, con una gran presencia de la otra 'reina' de Mónaco: la princesa Carolina. Pero justo cuando volvían a arreciar los rumores de crisis, por enésima vez, la pareja principesca ha hecho un movimiento y han aparecido ¡juntos de nuevo!
Alberto y Charlène han vuelto a trabajar en equipo, lo cual no debería ser tan sorprendente, pero así es. Han recibido en palacio a los miembros del Club de Ski de Courchevel para entregar un cheque con una donación para la Fundación Princesa Charlène de Mónaco. Este es el momento que el Palacio Grimaldi ha compartido, con el matrimonio posando muy sonriente tras el cheque, pues no en vano se trataba de la nada despreciable cifra de 134.750 euros.
Entre los presentes también estaba su hermano, Gareth Wittstock, que es su mano derecha, su confidente y el director de su fundación.
Charlène de Mónaco les agradeció mucho su generosidad, ya que ese dinero servirá para los muchos proyectos que encabeza esta organización, sobre todo destinados a niños y jóvenes. La princesa lucía muy buen aspecto, vestida con un clásico "little black dress", un vestidito negro ajustado a la figura y con escote en pico y sin mangas. Es de su firma favorita, Akris, y su precio: 1.590 euros.
Esta imagen llega días después de ver al príncipe Alberto compartiendo algunas citas culturales en Montecarlo junto a sus hermanas y sobrinos, como exposiciones de pintura y fiestas de danza. En casi todas ellas no faltaba Carolina, su hermana mayor, perfecta como siempre, reviviendo su eterno papel de 'primera dama' oficiosa del Principado. Cuando Charlène desaparece o necesita descansar por sus problemas de salud, la princesa Carolina siempre sale al quite.