A partir de los 50. Es una frase que escuchamos demasiado a menudo. Especialmente cuando nos acercamos a esa barrera. Hablamos de una edad clave, especialmente si nos centramos en las mujeres. En la década de los 50 empezamos a perder un 1% de musculatura por año. Pero eso no quiere decir que no podamos restaurarlo. De hecho, hay ejercicios que nos ayudan incluso a mejorar la salud ósea, otra de las grandes batallas de esta etapa de reducción de estrógenos, disminución de producción hormonal y, como consecuencia directa, de exceso de grasa abdominal que parece que ha venido para quedarse.
A partir de los 50
Contra esos elementos tenemos que luchar pero, la buena noticia, es que se puede. ¿Cómo? Con rutina y con cabeza. Incluye entrenamientos de fuerza con pesas y una tabla de ejercicios de resistencia. El pilates es, sin duda, uno de nuestros grandes aliados en esta etapa, porque no solo beneficia a nuestro cuerpo, también conseguimos desconectar la mente. Tampoco debemos obviar los ejercicios aeróbicos sin excedernos. Caminar o nadar son perfectos, ya que no suponen un entrenamiento de choque que pueda dañar nuestras articulaciones, pero a la vez moldean la figura y mantienen el peso a raya. Para evitar lesiones y mantener la flexibilidad, los estiramientos son clave. Si no has probado aún una clase de yoga, ha llegado el momento, es la disciplina que más adeptas tiene entre las celebrities e influencer.
Habremos conseguido tonificar y activarnos pero también algo más. Hay algo que no podemos olvidar a la hora de animarnos a volver a la rutina deportiva. Además de mantener el cuerpo en forma y combatir esa grasa localizada tan difícil de controlar pasados los 50, estamos protegiendo nuestra dosis de felicidad tan necesaria.
Por extraño que resulte, según los últimos estudios científicos, el bienestar mental está directamente relacionado con nuestro índice de masa muscular. La conclusión sería así de directa: mientras más músculo tenemos, más felices somos. Y esta afirmación sirve no solo cuando acudimos al gimnasio o realizamos deporte de manera rutinaria; la gimnasia pasiva también aporta bienestar y felicidad. Así que con una sesión de Wonder de 25 minutos provocamos en nuestros centros el mismo desgaste muscular, alteración metabólica y consumo calórico que varias horas de entrenamiento en el gimnasio. Lo conseguimos gracias a la emisión electromagnética focalizada y a la neuroestimulación. La sensación es de ligereza, como si realizaras un tratamiento antiestrés, la misma sensación que tenemos cuando hacemos deporte.