Cuando Pedro Sánchez llegó a la presidencia del Gobierno en 2018 parecía que su mujer, Begoña Gómez, iba a tener una presencia pública de primer nivel. Ya en junio de 2015, cuando su marido fue designado candidato del partido socialista a las elecciones, la pareja protagonizó una foto besándose, y con ella luciendo un vestido rojo, que se hizo viral y que daba a entender que se encontraba muy cómoda bajo los focos. Muchos quisieron ver entonces que su estilo iba a mirarse en el de Michelle Obama. Pero cuando Sánchez llegó a la Moncloa, la presencia pública de Begoña Gómez se esfumó y han sido contadas las ocasiones en las que la hemos visto en público.
En todo este tiempo ha cultivado el perfil bajo y solo aparece en contadas ocasiones. Las cenas de Estado en el Palacio Real son una de ellas. La visita del presidente Corea del Sur, Moon Jae-in, y su esposa, Kim Jung-sook, a nuestro país ha sido la primera de estas características en dos años, lo que permitió vivir de nuevo un gran acontecimiento en el Palacio Real. Más sobria que en otra ocasiones, pero cena de gala al fin y al cabo. Y en ella vimos de nuevo a Begoña Gómez.
Con un un elegante vestido negro del diseñador asturiano Marcos Luengo y su melena con un flequillo muy tupido, la esposa de Pedro Sánchez mostró una imagen elegante y actual al mismo tiempo. Y nos ha dado la posibilidad de ver su gran transformación a lo largo de todos estos años.
Begoña Gómez: un cambio de imagen y con algún retoque
El último gran cambio de Begoña ha sido en su melena, con este flequillo corto, recto y muy tupido. Una imagen que estrenó (públicamente) en octubre de 2020 en una visita al Vaticano y que suponía un giro a su larga melena con flequillo abierto. Pero sus cambios comenzaron mucho antes y con algún retoque en su rostro.
Desde que la vimos por primera vez el rostro de la "primera dama" ha experimentado una transformación. Unos cambios no demasiado drásticos, que se deban a intervenciones, pero sí se ha sometido a tratamientos que han mejorado su cara ostensiblemente. Ahora la vemos con mucha luminosidad y con menos arrugas.
Un rostro más terso que años atrás, y que se consigue fundamentalmente con las infiltraciones de ácido hialurónico y el cóctel de vitaminas, un tratamiento que hidrata la piel en profundidad. Además, ayuda a minimizar las arrugas y las líneas de expresión más marcadas.
Sus rasgos se han dulcificado, realzando los pómulos y con el surco nasogeniano más atenuado.
El botox también sería otro de los tratamientos para eliminar las arrugas del entrecejo y las patas de gallo.
Begoña Gómez ha dado un giro a su imagen en este tiempo, con nuevo corte de pelo, nuevo maquillaje y, sobre todo, un rostro mucho más jugoso, luminoso, hidratado y, en definitiva, más joven.