Tener tratamientos específicos para cada zona del cuerpo es lo más adecuado, pero hay momentos que requieren de medidas inmediatas. Por eso Eva González también echa mano de algunos productos de acción infalible, como una crema que puede servir de rescate en determinados momentos.
Cuidado y atención personalizada
Elegir las cremas de manera personalizada es una de las mejores formas de cuidar de la piel, porque hay buenos productos en cosmética, también los hay fantásticos, pero no a todo el mundo le funcionan de la misma forma. Por eso hay que fijarse en las necesidades de nuestra piel a la hora de elegir nuestros tratamientos diarios.
Sin embargo, frente a eso, ha surgido una nueva generación de cremas que tienen un uso casi universal porque se adaptan a todo tipo de pieles y pueden ser, por tanto, una buena opción para actuar como rescate y estar presente en el neceser en momentos como viajes o estando fuera de casa.
¿Qué son las cicacremas?
Esta nueva generación de productos se conoce también como cremas cica y su origen no es, ni mucho menos, novedoso. Estos productos parten de los bálsamos cicatrizantes que hemos visto siempre -y en diversas culturas-. Están especialmente pensadas para reparar las pieles que están alteradas y que requieren de un extra de cuidado e hidratación para recuperarse.
Ayudan a cicatrizar, hidratan y redensifican la piel. Esas son algunas de las funciones más destacadas de unas cremas que, en muchos casos contienen un mismo ingrediente, la centella asiática, que viene de la medicina tradicional china. Pero con centella o sin ella, su fin es el mismo: ayudar a la piel a regenerase y dejar de sufrir los efectos de los agentes externos.
Un complemento perfecto para otros tipos de tratamientos
Pero las cicacremas no solo sirven como sustituto cuando nos vamos de viaje, también pueden suponer un plus de ayuda para esas pieles que necesitan protección y reparación frente a las inclemencias del tiempo. En épocas de frío pueden ser de gran utilidad para evitar esas rojeces que dejan las bajas temperaturas, así como ayudar con esas descamaciones que se producen cuando estamos resfriados.
No solo eso: ahora que nuestro rostro sufre la irritación constante de llevar mascarillas y estar poniéndolas y quitándonoslas, pueden ayudar a que no aparezcan lesiones en el rostro. Y como bien apunta Eva González, sirven también para otras zonas como las manos, porque aunque a veces las olvidamos, precisan de muchos cuidados para tener un aspecto óptimo.