El 14 de mayo de 2004 fue un día grande para la realeza internacional. Ese día contrajeron matrimonio los príncipes Federico y Mary de Dinamarca y la lista de invitados contó con todos los 'royals' habidos y por haber, entre los que no faltaron Don Felipe y Doña Letizia (también las Infantas Elena y Cristina). No era una cita más. Por entonces, él era el Príncipe Heredero y ella su prometida.
La joven llevaba apenas seis meses en el círculo de La Zarzuela, desde el anuncio de su pedida; un tiempo en el que tuvo que prepararse de manera intensiva para lo que le iba a deparar el futuro. Esta boda en Copenhague suponía su 'puesta de largo' ante el mundo, ya que además tenía lugar solo ocho días antes de su propio enlace con el Príncipe Felipe en Madrid. Así que (que nos perdone Mary), pero todos nuestros ojos estaban puestos en ella...
Conocedora de las grandes expectativas, Letizia decidió confiar en Lorenzo Caprile para que le confeccionara los dos trajes previstos para los distintos eventos. Por entonces el hoy jurado del concurso 'Maestros de la Costura' era un joven modista (así le gusta referirse a sí mismo) que ya tenía experiencia con la realeza (fue el responsable del traje de novia de la Infanta Cristina, en 1997) y sus amigas de la aristocracia, como Carla Royo-Villanova, a quien también vistió de novia. Avalado por estos éxitos, Caprile tomó las medidas a la ya retirada periodista de TVE.
Y el resultado causó un impacto que aún recordamos. Para el concierto previo a la boda, la tarde noche del 13 de mayo, Letizia estrenó un dos piezas de corpiño y falda de línea sirena con el que 'españoleó' como nunca. Destacaba especialmente el cuerpo con una tela primorosamente bordada con un escote bañera que resaltaba sus hombros y hacía honor a la tradición histórica patria, inspirado en una dama del siglo XVIII.
Pero la guinda del pastel llegaría para la boda en sí...
De rojo y marcando su figura con drapeados y transparencias, Letizia apareció como si fuera una estrella de Hollywood. Todos los focos hacia su persona. Peinada con un moño de ondas al agua (tan español también), la prometida del Príncipe captó la atención internacional con poco esfuerzo. Estaba espléndida.
Completaba su look con unas joyas de altura prestadas por la Reina Sofía, que pronto iba a convertirse en su suegra: un juego de pendientes de 'lazo' de rubíes y sendos broches art déco prendidos a ambos lados del sensual escote. Los labios, rojos.
Aquí comenzó a fraguarse la leyenda de su 'rojo fetiche'. Desde entonces han sido muchísimas las ocasiones en las que Letizia ha recurrido al color de la pasión, pero siempre nos viene al recuerdo este primer impacto de moda. Una semana después daba el 'sí, quiero' vestida de Pertegaz. Caprile participó en los trajes de los pajes y damas de honor.
Lorenzo Caprile se apuntó un merecido tanto. En declaraciones posteriores el modista ha reconocido que no sabía que ese vestido rojo iba a ser para la boda real danesa y que la relación con Doña Letizia fue "cordial". De hecho continuó realizando algunos encargos más para la ya Princesa de Asturias. Lamentablemente la racha no ha continuado en su época de Reina. Felipe Varela y otras firmas han copado el corazón y los gustos de Letizia. Eso sí, hemos de reconocer que en Dinamarca Letizia brilló como nunca.