Meses han pasado desde que se anunciara que la reputada fotógrafa estadounidense Annie Leibovitz iba a retratar con motivo del 10º aniversario de su reinado a Sus Majestades la Reina Letizia y el Rey Felipe VI, pero hoy sabemos que la espera ha merecido la pena. Han sido muchas las especulaciones que han surgido desde que se anunciara a principios de año que este encuentro entre los reyes y la artista iba a tener lugar y, aunque las fotografías se tomaron el pasado 7 de febrero, no han visto la luz hasta ahora.
Por el objetivo de la fotógrafa han pasado personajes de la talla de la Reina Isabel II o Barack Obama; decenas de artistas como Sting, Bruce Springsteen, Michael Jackson. El embarazo de Demi Moore en portada de Vanity Fair; la última instantánea de Yoko Ono y John Lennon juntos... Pocos han conseguido resistirse al talento de Leibovitz.
Los Reyes de España se conocieron allá por 2013, en los Premios Príncipe de Asturias, con Anna Lou que admitió que quería fotografiarles y, aunque ha tenido que pasar más de una década, el momento llegó; y no solo nos ha dejado uno de los más bellos retratos de los monarcas, sino que, en el caso de la instantánea de Letizia, la fotógrafa junto con la estilista de la Reina, Eva Fernández, han conseguido darle una nueva vida a un vestido vintage que a nadie ha dejado indiferente. Velis nolis, hay que admitir que la elección de la prenda no ha podido ser más acertada.
La Reina Letizia, retratada por Annie Leibovitz, con increíble vestido vintage de Cristóbal Balenciaga
El vestido que la soberana lució data de los años 1948-1950 y es obra del más talentoso couturier de todos los tiempos, Cristóbal Balenciaga. Un diseño donado por Oleguer Armengol a la colección textil de la Fundación Antoni de Montpalau ahora sita en Sabadell y que fue creada en 2004, en sus palabras, para: "recopilar información y material sobre el mundo del tejido y la moda, estudiarlo documentarlo, difundirlo y conservarlo, tanto del ámbito catalán como del resto del Estado español y del mundo." Pues contra lo que muchos podrían pensar, no toda la actividad del diseñador se desarrolló en Guetaria, ni en París. En 1935, en la calle Sta. Teresa de Barcelona el modisto abrió una boutique frecuentada habitualmente por la alta sociedad barcelonesa, aunque pronto echó el cierre al estallar la guerra civil.
El precioso diseño del guipuzcoano cuenta con un escote palabra de honor confeccionado en seda y gasa que forma un precioso drapeado estratégicamente dispuesto verticalmente, no desde el talle, sino desde la mitad del pecho. Este curioso elemento crea textura y hace que el vestido, que se ajusta desde el talle hasta mitad del muslo, delimite cada curva de la silueta femenina. Antes de dar paso a una cola de sirena de tipo cortina formada por varias capas de gasa, el diseño cuenta con una especie de ribete grueso que abraza las corvas con gracia.
No es azarosa la ausencia de color del diseño principal de la prenda. El negro marca las colecciones de una época oscura para el modisto, pues 1948 es el mismo año en el que Wladzio D´Antaville, su gran amor, mano derecha y compañero de vida, falleció repentinamente. El negro se presenta en las colecciones del diseñador como un símbolo de luto que mucho le costaría dejar atrás, si es que alguna vez lo hizo.
La impresionante capa con cuellos desbocados
Aunque ambas piezas podían ser parte de un solo look creado a la vez por Cristóbal Balenciaga. La segunda parte del estilismo la forma la capa roja que sujeta Doña Letizia jugando con los pliegues y los inigualables volúmenes de la pieza. Aunque también la firma el vasco, otro hogar ha tenido esta capa desde su creación. Esta pieza estuvo, al menos por un tiempo, allá por 2019, en la exposición conjunta creada por el Museo Thyssen-Bornemisza “Balenciaga y la pintura española “ en la que se exhibían diseños de distintas etapas de creación del guipuzcoano de manera paralela con la pintura española entre los siglos XVI y XX.
Esta capa en concreto se mostraba delante de Santa Casilda de Zumbarán, en aquellas, sobre un vestido blanco de seda salvaje que bien podría parecer, por sus volúmenes ingrávidos, gazar, el tejido creado por Balenciaga exclusivamente para poder llevar a otro nivel sus diseños arquitectónicos llenos de oquedades, volutas y caídas de infarto.
Las joyas de la Reina Letizia y su curiosa pose
De luto precisamente también estaba la Duquesa de Alba, tras enviudar de Don José Álvarez de Toledo, cuando Francisco de Goya decidió retratarla en el óleo sobre lienzo que ahora reposa en la Sociedad Hispánica de América de Nueva York. No es ninguna novedad que Cristóbal Balenciaga se inspirase en la tradición española, en el arte y en los trajes que otrora llevaran grandes mujeres de España.
El mismo look que en su día pudo inspirar al gran maestro de la costura, también parece haber inspirado a la Reina Letizia y a la fotógrafa estadounidense, pues la soberana adopta la misma pose: con el dedo índice extendido apuntando al suelo con su anillo de la firma Coreterno lleno de grabados. Aunque en el suyo no se lee 'Goya'. Tanto en la parte interior como en la externa de esta joya se puede leer "Amor che tutto move" y "As long as I'm existing you will be loved".
En esta ocasión, la esposa del Rey Felipe VI prescindió de tiara y quiso que el foco se centrara en su conjunto de joyas de 'pasar'. Por un lado, el collar de chatones de la firma Ansorena enmarcaba sus clavículas y, por supuesto, no es la primera vez que se lo vemos lucir, lo llevó por primera vez el 22 de octubre de 2019 para asistir a la ceremonia de entronización del emperador Naruhito de Japón acompañado de un vestido floral firmado por Matilde Cano.
En cuanto al maquillaje, la soberana apostó por un clásico smokey eye negro que daba profundidad a sus ojos y los rasgaba sutilmente. Se atisba un bronzer que, aparte de darle un toque de color a su piel, ayuda marcar sus pómulos y un lipstick en un tono un poco más oscuro que el de sus labios. Su peinado lucía unas ondas al agua amplias y no demasiado marcadas, pero creadas a conciencia para dar protagonismo a sus pendientes chatones.
La que fuera la pareja de Annie Lebovitz, la ensayista Susan Sontag, también recibió en 2003 un Premio Príncipe de Asturias y, desgraciadamente, murió tan solo un año después. Esta laureada escritora disertaba en su On Photography con esta gran cita sobre el arte de tomar instantáneas: “El tiempo termina por elevar casi todas las fotografías, aun las más inexpertas, a la altura del arte.” Hoy podemos desoír sus palabras y decir -sin desmerecer a nadie- que al retrato de la Reina Letizia no le ha hecho falta el paso del tiempo, solo un Balenciaga.