La muerte de Marisa Paredes pillaba de improvisto a todo su entorno. De hecho, este domingo, solo un día antes de su muerte, acudió al teatro para ver a su hija sobre los escenarios. Se encontraba bien, por lo que nada hacía presagiar su inminente final. "Ha sido repentino esta madrugada. Ella no se encontraba mal, lo que tuvo fue un fallo cardíaco y fue en seguida. El domingo estuvo viendo a su hija en el teatro, tenía intención de seguir trabajando en el teatro", dijo su pareja al llegar al tanatorio. Una vida que duró 78 años para la actriz y en la cual vivió en casas muy variopintas. La última de ellas estaba situada en pleno centro de Madrid.
Vivió hasta su último aliento en la calle del Piamonte, en el barrio de Justicia de Madrid. Se trataba de un piso de 130 metros cuadrados, en el que residía junto a su gran amor, con el que tenía una historia de amor desde hacía cuatro décadas. Una casa con gran valor sentimental que ahora es la única herencia inmobiliaria que deja la queridísima actriz, Marisa Paredes. Madre de una hija, se desconoce qué sucederá ahora con esta propiedad en la que Marisa vivía junto a Chema Prado, su pareja.
Aunque se desconoce cuánto podría llegar a costar si se pusiera en venta, lo cierto es que en ese barrio las viviendas están muy cotizadas. Tanto que el metro cuadrado supera los 10.000 euros, lo que hace darse cuenta del valor que podría adquirir en el mercado la casa de Marisa Paredes. Feliz en este piso, vivió en otros muchos.
Marisa Paredes regaló un piso a su hija en la capital
Su trabajo le permitió invertir, también ser generosa con los suyos. Regaló incluso un piso a su hija en la plaza del Ángel, donde actualmente vive y llora a su madre. Pudimos verla completamente destrozada cuando llegó para despedirse de su madre, a quien definió delante de las cámaras como una auténtica diosa. Junto a ella vivió en diferentes mansiones, entre otras una en Pozuelo de Alarcón, a las afueras de Madrid. Allí tenía más de 3.000 metros cuadrados de parcela, pero se quedó tirada en el coche mientras que intentaba llegar a una función teatral, lo que le hizo replantearse toda su vida.
El día en el que Marisa Paredes decidió mudarse y dejar atrás una mansión fuera de Madrid
"Cuando me separé dejé la urbanización de las afueras donde vivíamos y me instalé en el centro de Madrid porque me fascina caminar por sus calles. Cuando vivía en Pozuelo, yendo al teatro, un día el coche me dejó tirada en el túnel del Arco de la Victoria. Armé una buena. Tuvo que venir la policía a rescatarme porque llegaba tarde a la función. Así que me dije: nunca más. Ahora vivo al lado del María Guerrero, del Marquina, del Español, de la Gran Vía… Y si hay huelga de autobuses, voy a pie", dijo en una entrevista.
Su infancia en la plaza de Santa Ana
Años antes, cuando solo era una niña, Marisa Paredes vivió en la plaza de Santa Ana. Su madre era portera de un edificio señorial, lo que le ayudó a residir en un barrio del que se terminó enamorando. "Me encerré en el único cuarto que teníamos. Teníamos dos habitaciones, sin baño, la taza del váter estaba en la cocina, con eso te lo digo todo", contó Marisa en una de sus últimas entrevistas.
Por esa razón, por la de criarse en la plaza de Santa Ana, se ha instalado la capilla ardiente allí. Durante dos horas sus seguidores han podido despedirse de ella, darle el último adiós a una actriz que rezumaba talento. Participó en más de 75 películas, lo que permitió demostrar todas sus facetas, al igual que la elegancia que salía por cada poro de su piel. Ahora muchos lamentan su partida.