Edwin Arrieta nació en Lorica, un municipio del norte de Colombiano de 112.000 habitantes. Los que la conocen, saben que es una zona donde se practica la fe católica por amplia mayoría. “Desde niño tenía dos sueños, ser médico y conocer el mundo”, cuenta Darlin Arrieta, su hermana mayor. Cumplió ambos. Se formó en Argentina donde se especializó en cirugía plástica hasta convertirse en un profesional de gran éxito. Ejercía tanto en Chile como en Colombia. En ambos países tenía consulta y en la página de Facebook de Chile todavía hay huecos en la agenda de agosto para la práctica de la lipoescultura y abdominoplastia por unos 5.000 euros.
A España fue “como cinco veces en los últimos 10 meses”, comenta su amigo Silvio Suárez, al que había comentado su intención de vivir en el país: “Decía que estaba trabajando en la convalidación de sus documentos y que tenía planes de montar negocios en Madrid”. Ayer también se reveló en el programa Fiesta (Telecinco) que Edwin tenía pensado comprar propiedades en Barcelona y ya había visto varias que le gustaban. Sus amigos lo describen como una persona "muy sociable". Entre sus aficiones figuran jugar al polo y era muy creyente. Cada día, a las 15:00 horas, rezaba el rosario de la Coronilla de la Divina Misericordia. En Madrid, como hemos sabido recientemente, disfrutaba con Daniel saliendo de noche en varias discotecas donde se les podía ver juntos.
Una de las grandes incógnitas consiste en saber por qué Arrieta viajó a Tailandia con 80.000 dólares (72.968 euros) en efectivo, suma que fue encontrada por la policía tailandesa en la habitación del hotel donde se cometió el crimen. Otra incógnita, que se espera resolver en breve, es la información que aporte el análisis final del ADN. Definitiva, por otra parte, para saber si Edwin había sido inducido a consumir algún tipo de drogas antes de ser asesinado. Mientras, su familia, que está a la espera de la repatriación de los restos, quiere que Daniel Sancho, el asesino confeso, sea juzgado en Tailandia y que reciba la pena máxima. Eso podría significar incluso que el hijo de Rodolfo Sancho se enfrente a la pena de muerte.
"El único que da y quita la vida es Dios"
Según la organización Amnistía Internacional, la justicia de Tailandia ha impuesto alrededor de 800 condenas de muerte desde el año 2010. De ellas, 104 en 2022. De este elevado número, en el mismo periodo solo ha ejecutado tres, la última en 2018. La familia de Arrieta reclama un castigo ejemplar, aunque no creen que sirva para mucho. Para la hermana de Edwin Arrieta: “El único que quita y da la vida es Dios”.