Antonia San Juan no lo ha tenido nada fácil en la vida y, aunque ahora goza de popularidad y respeto por su buen hacer como actriz, no siempre ha sido así. Su último gran papel fue meterse en la piel de la excéntrica Estela Reynols en la serie ‘La que se avecina’, que le hizo ganarse un hueco en el corazón de los españoles por sus enrevesadas historias. Pero hasta llegar aquí tuvo que sufrir mucho, algo sobre lo que se ha confesado al sentirse cómoda confesándose con su compañera de reparto, Vanesa Romero, en el programa ‘Corazón’. Un espacio en el que ha narrado algunos de los capítulos más oscuros de su vida, así como cuando estuvo a punto de morir a consecuencia de las complicaciones de una operación de apendicitis.Antonia San Juan y Vanesa Romero se han reencontrado para mantener una charla distendida sobre los sucesos que han marcado su vida. Lo han hecho con serenidad, pese a las duras confesiones que se sucedían y es que, la vida de una actriz no es fácil y el camino hasta la fama y el éxito es duro. A una estrella se le presupone fortuna, pero hasta llegar aquí deben luchar duro y sortear obstáculos que amenazan su propia vida para cumplir un sueño lejano. Antonia San Juan lo consiguió al venir a Madrid y apostar fuerte por su carrera en el mundo de la interpretación, pero las pasó canutas: “No era fácil encontrar trabajo en esa época. Robar para comer, un casero tocándote la puerta para que le pagaras. Siempre mi deseo ha podido más que la circunstancia”, confesaba la actriz sobre sus inicios como actriz en la capital.
Pero no solo la falta de trabajo y recursos marcó esta etapa en Madrid en la que Antonia San Juan luchaba por hacerse un hueco en el mundo del espectáculo. Se le unió un grave problema de salud que le llevó a un hospital para ser intervenida. Aunque en un principio se aprecie como rutinaria la operación de apendicitis, su intervención se complicó y a punto estuvo de perder la vida. Cuando ya se encontraba en recuperación por su paso por quirófano, la actriz se percató de que algo no andaba bien, pero fue su vecina, Verónica Forqué, quien le dio un consejo que le salvó la vida: “Yo vivía en el segundo y Verónica Forqué en el tercero. Venía todos los días a preguntar por mí”, recuerda, que un día la vio tan mal que le alertó: “Tienes que ir al médico. Tú no puedes estar así”.Una vez en el hospital, los profesionales se percataron de que su intestino se había abierto, lo que le había provocado una infección en diversos órganos. La gravedad de su situación era tal que tuvieron que ingresarla en la UCI, donde permaneció cerca de un mes. Los médicos alertaron de su gravedad a su familia, quienes no dudaron en despedirse de ella ante la creencia de que no superaría esta prueba: “Mis padres vinieron directamente para despedirse, para decirme adiós, porque me moría directamente”, recuerda. Sin embargo, se obró el milagro y pronto comenzó a recuperarse de la infección y pudo salir airosa del hospital.