Un año más llegan los Premios Princesa de Asturias a Oviedo y con ellos el despliegue de la alfombra azul y una Reina Letizia que siempre intenta dar lo mejor de sí misma. Es el momento de volver a su 'tierrina', en el marco de unos prestigiosos galardones culturales y rodeada de su gente, así que no quiere que nada falle. Si hablamos de su estilismo, esta cita suele ser para ella una de las grandes del año. Todos los focos a su persona (ahora con permiso de sus hijas y de la Reina Sofía). Pero seamos sinceros, todo el mundo espera con ansia y deseo ese momento en el que la Reina pone un pie fuera del coche oficial para enfrentarse al primer veredicto del público...
Las primeras impresiones cuentan, ¡y mucho! Ese golpe de efecto tan soñado cuando todos miran lo tuvo Letizia desde sus primeros galardones, en 2004. Se estrenó cuando era Princesa de Asturias, solo cinco meses después de su boda con el entonces Príncipe Felipe. Se esperaba mucho de esa primera vez y aunque no decepcionó exactamente, tampoco brilló con luz propia. Demasiado clásica para una joven princesa aún de luna de miel; el gesto demasiado serio y apagado para un día que debía ser muy alegre.
Su conjunto de abrigo y vestido cerrado hasta arriba con lazada marcó su colaboración eterna con Felipe Varela, el modisto que habría de vestirla para este evento en todos los años sucesivos. Desde entonces este sería el encargado de confeccionar, primero para la Princesa, luego para la Reina, una serie de modelos destinados a ensalzarla a través de las tendencias. ¿El resultado? Transcurrido el tiempo y con la perspectiva de las modas pasadas y presentes (abajo la vemos en el amplio abanico que va de 2004 a 2019), tenemos que concluir que de todo hay.
Letizia ha atravesado distintas fases, desde ese clasicismo inicial y algo tímido al atrevimiento más pimpante con propuestas arriesgadas. Solo faltó en la edición de 2005, pues se encontraba a punto de dar a luz a su primera hija, la Princesa Leonor. La hoy Reina tuvo varias temporadas de vestidos y falditas 'de bailarina' (gasas, lentejuelas, transparencias), luego llegaron los vestidos lápiz de encaje con zapatos 'peep toes' de plataforma (los famosos 'Letizios') para alcanzar el clímax con modelos espectaculares y llenos de requiebros (volantes, miriñaques orientales, elaborados brocados dignos de 'Juego de tronos').
A lo largo de los años también hemos sido testigos de su evolución estética. Desde que en 2008 se sometiera a una rinoplastia y tratamientos variados, la Reina Letizia (casi) es otra. Pasó del semirecogido ondulado de la primera edición a las ondas al agua, la coleta, los moños bajos, el pelo ultraliso de efecto mojado... Y todo acompañado por maquillajes que iban ganando en intensidad y pestañas XL.
En 2019 llegó la calma y Felipe Varela acaparó elogios con un vestido midi rojo de líneas más sencillas y aún más favorecedor si cabe. Ese año la Reina Letizia gustó a todos. La tónica de "menos es más" que está observando últimamente quizás se aplique también a esta gran gala de premios de este año tan distinto, en el que no desfilará por el teatro Campoamor sino por el hotel de la Reconquista.
Recordemos que la pasada Fiesta Nacional no estrenó, como era su costumbre. Nos da que en Oviedo regresará esa Letizia envuelta en novedad, caminando a la par con un evento de categoría y sonriendo ante los suyos, aunque sea tras una mascarilla. De momento, vamos refrescando y desempolvando todos estos diseños con los que, más de una vez, se convirtió en la auténtica Reina de Asturias.